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sábado, 8 de febrero de 2014

¿En qué estás pensando?

¿En qué estoy pensando? Pienso en lo rápido que pasa el tiempo y cómo arrastra, como si de un tsunami se tratara, tras él la vida de los que más queremos. Se lleva al fondo del mar los momentos que, hayas vivido o no, no volverás a sentir más. Te arrebata lo que siempre pensaste que estaría a tu lado y cuando quieres mirar ya es demasiado tarde.

Perdón por la tristeza, será por que te echo de menos graciela. Será por wish you were here, que me recuerda a mi padre que aunque sigue estando con nosotros nunca volverá a ser el mismo. Será el maldito mes de Noviembre.

Será todo o simplemente no será nada.

ALZHR

No es por falta de intuición, y por mucho que sus acciones te lo susurren al oído, nunca estás preparado para recibir ciertas noticias. "El diagnostico es demencia senil", y piensas y ahora qué. Ahora hay un duelo, no quizás por la persona que aún tienes a tu lado, si no por la que sabes que nunca volverá a ser.
Esos recuerdos que quizas su mente arrojo a las muchas lagunas que ahora tiene delante se atropellan en la tuya, quieren volver todos a la vez quieréndote coger de la mano para enseñarte lo que has perdido y no te has dado ni cuenta.

Sé que estas palabras no las leerá por si mismo, pero intentaré por todos los medios que te lleguen todos los sentimientos que dejo impregnados entre estas líneas.

Te quiero papá.

De dónde vienes

Sí. Otra vez utilizo esta herramienta para darte las gracias. Sí, otra vez a ti, por tantas veces que me has separado del camino del abismo.
Por caminar a mi lado y hacerme reír cuando pensaba con la noche no podría ver, por enseñarme que sin ausencia de luz nunca hubiera conocido las estrellas. Y cada día estoy más convencido que tu bajaste de una de ellas.
El camino no ha terminado y juntos llegaremos al final, porque todo termina, porque todo continua y esto no quiero que acabe nunca. 

Juegos imaginarios

Subió las escaleras con el corazón en la boca hasta la habitación del niño. Lo encontró en el suelo, llorando.
–Raúl, ¿has tenido una pesadilla? –dijo tras sentarlo en la cama.
–No papá. Jorge me ha empujado de la cama.
–Pero si estás solo –¿Cuando se daría cuenta que Jorge existía solamente en su cabeza?–. Debes dejar de ver a Jorge –Acostó a su hijo y lo arropó–. Tranquilo Raúl, nadie volverá a hacerte daño ¿Entendido?
–Entendido, papá.

Ya de noche, en la cocina se encendió la luz del intercomunicador iluminando la estancia.
–Ya has oído a mi papá, Jorge –La voz de Raúl no era más que un leve murmullo–. Si
vuelves a hacerme daño, me chivaré de todo lo que me has obligado a hacer. ¿Entendido?
Tras un breve silencio, la luz del intercomunicador parpadeaba hasta que se iluminó y un infantil susurro, mezclado con interferencias electromagnéticas, hizo vibrar el pequeño altavoz.
–Entendido.